Hoy os traemos una pequeña historia, que podría ser la de cualquier nómada, en este caso es Máma y su niño. Viven en una jaima, lejos de cualquier sitio, van a recoger el agua de un pozo, sus pertenencias están todas en su jaima, con muchas dificultades para seguir cada día, con muchas carencias, salen adelante como pueden.
Fuimos a visitarles con nuestros amigos de Fotógrafos Nómadas, como no podía ser menos fuimos recibidos con la hospitalidad que caracteriza a los marroquinos, y la tremenda generosidad de quien menos tiene. Máma nos recibió con un té y unos deliciosos cacahuetes, y su hijo con la curiosidad de cualquier niño, jugó con nosotros, y agradeció recibir pequeños pero para el grandes detalles como ropa, bolígrafos, libretas, y como no, caramelos.
Máma se quejaba de que le picaban mucho las manos, pintadas de henna, unas manos castigadas, parecía tener algún tipo de alergia u hongo. Con el botiquín que llevaba Miguel Angel, le pudimos aliviar ese tremendo picor, y ella lo agradeció mucho.
A veces no valoramos lo que tenemos, no somos felices por mucho que tengamos, y te encuentras con situaciones así, y aprendes que para ser feliz hace falta muy poco. En nuestros circuitos procuramos hacer visitas a las familias nómadas, no por espectáculo para el turista, sino como una forma de ayudarles en lo que se pueda, pues los viajeros siempre les llevan algo.
Si viajáis a Marruecos y visitáis a los nómadas, da igual que sean los del desierto o los del Atlas, por favor, intentar llevarles algo, ropa, medicamentos, cosas para los niños, unos dirhams, cualquier cosa será bien recibida.
Hay mucha necesidad en el mundo y si entre todos podemos ayudar, haremos quizá la vida mas agradable a quienes más lo necesitan, sobre todo hacerles saber que no están solos.
Tuareg-Travel, Espíritu Viajero.